jueves, 13 de marzo de 2014

Despertar

Hubo un tiempo en que la lluvia arrastraba consigo partículas de otro mundo, fundiéndolas en un estrepitoso abrazo con la Tierra.
Hubo un tiempo que nos quemaba el corazón por vivir un latido más.
Imagino que la distancia que  nos separa de ese momento es igual a la que separa nuestros cuerpos cuando se fingen inertes.
Cada mañana abrazo la frialdad del metal que me trae de vuelta al mundo...
Mi rostro en el espejo tiene poco que contarme. Es como asomarse, cada día, al mismo abismo vacío de palabras.



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