Los días oscuros no son más que la prolongación de tu sombra
en el tiempo.
Me he quedado sin piernas corriendo a través del barro para
poder encontrar la unión de tu límite con el Sol.
Cada vez que lo siento cerca, se aleja tanto como un sueño
en la vigilia.
Me siento, agotada, sobre la sucia humedad calándome hasta el
alma con tu recuerdo y me descompongo en tormenta. Se rompe el universo
conmigo, pues nos unimos en ese extraño dolor… en esa extraña amargura que sale
de mi corazón para fundirse con las estrellas.
Me has abandonado… Lo sé. Me olvidaste hace ya mucho.
Sin embargo, aquí sigo recorriendo el mismo pedazo de tierra
infértil tras tus pasos cuarteados.
Sin asimilar que el aire de mis pulmones está repleto de
ceniza.