viernes, 6 de diciembre de 2013

Andrómina

Es tibia esa inconsciencia transparente que te arropa la boca.
La siento golpear mi cara cuando liberas su húmeda cárcel de hueso.
Sus hijos vagan violentos y moribundos,
se escurren entre la memoria para susurrarse una y otra vez.
Veo como caminas de unos brazos a otros sin abrazarte a ningunos,
mutando sonrisas en vulgares y estudiadas muecas de cartón…
Acabaste arrancando las yemas de tus dedos para no volver a tocar el amor,
para perder el tacto de lo que fue primera vez.
Casi puedo oír el sonido metálico de tu carne sobre la mía,
el chasquido de una acción aprendida en plena oscuridad.
Corre… Rómpete los tobillos huyendo para encontrar ese aire que jamás tocarán mis pulmones.
Escúpeme en el corazón lo hueco y falso que tejimos entre nosotros.

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